Mantra: prendas de segunda mano seleccionadas con amor

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Luciana tiene 27 años y es diseñadora de imagen y sonido. Pero además, tiene un emprendimiento de ropa de segunda mano que se llama Mantra Vintage.

Mantra surgió de la mano de una de sus mejores amigas, Ani. A ambas les encantaba recorrer ferias americanas y revolver ropa, pero Lu estaba tan enfocada en su carrera en ese momento que no se imaginaba trabajando principalmente en el rubro de la indumentaria. En un punto de mucho malestar laboral fue cuando surgió la propuesta de crear Mantra. Con el correr del tiempo, Mantra fue creciendo y Lu decidió seguir con este proyecto que le encanta. 

La inspiración de Lu llegó como un escape a un montón de cosas que le estaban sacando energía y felicidad. “Durante bastante tiempo crecí con la idea de que trabajar tenía sus sacrificios y sus insatisfacciones inevitables, y si bien nada es color de rosas todo el tiempo, no tenemos por qué acostumbrarnos a esa visión. Creo que son ideas muy comunes que a medida que uno deja que se instalen, son cada vez más difíciles de desarraigar, así que apostar al disfrute también es un hábito, y un camino de ida para mi gusto”.

Ante todo, Mantra tiene mucho amor detrás del proceso. Desde la delicadeza y el cuidado de las prendas, hasta en su selección temática. “Mantra Vintage no es un rejunte de prendas que sobraron, es un rescate de tesoros vintage los cuales dejaron de ser parte de la vida de ciertas personas para ser revalorizados por otras. Es una segunda oportunidad, un valorar en medio de tanta cultura del descarte y la posibilidad de darle una historia diferente a cada prenda. Y todo eso, a un precio accesible y cuidando el medioambiente”.

Además, Lu esta incorporando nuevas secciones que nacieron en plena pandemia, como remodelación de prendas que no usamos, estilismo y combinación de prendas vintage.

 Como todo emprendedor, Lu tiene dificultades en el proceso. “Me cuesta mucho organizarme. Me pongo muy ansiosa cuando quiero cambiar algo o agregar ideas, y sobre todo me cuesta mantenerlas en el tiempo. Quizás cambian más en base a mi humor que a una planificación mensual, y eso es algo que estoy aprendiendo últimamente a revertir, y sobretodo a entender la importancia de elegir una dirección e ir hacia ahí, con constancia y convicción”

Su mayor logro como emprendedora fue aprender a darle impulso y valor al proyecto “y es un aprendizaje constante, sobretodo porque está muy vinculado al crecimiento personal. al fin y al cabo tu proyecto nace de vos, y es tan capaz de expandirse como de inhibirse de la mano de tus propias convicciones y acciones”.

Lu no se esperaba para nada poder vivir de esto. Tampoco que fuera a transformarse en su prioridad laboral, ya que en su momento cuando nació Mantra, estaba felizmente enfocada en su carrera. “Sin embargo todo se termina conectando, y me veo constantemente aplicando la imagen en el proyecto, y quien sabe hacia qué rubro se puede expandir el día de mañana. Pero más allá de las vueltas de la vida, lo que nunca dejó de estar fue el amor por el diseño y por transformar lo «descartado» en valioso”.

A sus 5 años salía de preescolar con su mamá y una fábrica de telas dejaba una enorme pila de muestras y retazos en la esquina y ahí estaba con los vecinos mirando de qué se trataba. “Me acuerdo de mi emoción, tenía su magia el revolver y encontrar, y volvía a mi casa con esas tremendas telas y me probaba mil diseños frente al espejo. Solo podía hacer nudos o usar la abrochadora porque no sabía coser, pero cuantas más limitaciones había, más desafío para la imaginación.

A medida que fui creciendo fui acercándome a algunas áreas del diseño, sobretodo al de indumentaria, y de interiores. Me pasaba días enteros mirando programas de arte en las vacaciones, recortando figurines de revistas y combinando recortes, y estaba totalmente convencida que de grande sería diseñadora de ropa. Y es en parte el camino que están tomando mis proyectos últimamente, así que eso de conectarse con el niño interior para descubrir lo que a uno le apasiona puedo afirmar que es cierto, basado en hechos reales”.

Lu no tiene otra meta puntual más que crecer. “Creo que la pandemia me enseñó a dejar de adelantarme o de querer adelantarme a los hechos, porque es imposible, y a trabajar en una actitud más que en una meta. El otro dia lei una frase que decía que enfocarse en una meta implicaba pasar todo el proceso frustrado o ansioso sin poder disfrutarlo, en cambio valorar la importancia del proceso, traía felicidad todo el camino. Y creo que de eso se trata, porque al fin y al cabo las metas sirven para avanzar y el proceso es el avance mismo”.

 

Un consejo para alguien que quiera emprender. 

“Me parece que si nosotros no creemos en el potencial de lo que estamos haciendo o no creemos en el alcance que puede tener a futuro, seguramente no seamos capaces de plasmarlo del todo en acción, y nos limitaremos sin darnos cuenta. Por eso me parece clave trabajar la confianza, sino la motivación siempre encuentra excusas en el miedo para inhibirse».

«Y también esta idea de confiar en el proceso y en los pequeños pasos. Normalmente los resultados exitosos o los resultados que esperamos no llegan de la noche a la mañana, sino que se construyen con pequeñas acciones en la misma dirección, con mucha paciencia y voluntad, y claro tolerancia a la frustración! Y por último algo que me parece re importante es poder escuchar al cliente, que ve desde otra perspectiva tu proyecto, y suele ser super útil para pulir y seguir creciendo”.