Verde que te quiero emprender

,

Negocios que florecen entre la crisis y el compromiso con el planeta

En la Argentina de la inflación, las corridas cambiarias y las crisis recurrentes, emprender suele ser una palabra cargada de riesgos. Sin embargo, hay un grupo cada vez más visible de argentinos que decidió enfrentar la adversidad con una estrategia particular: crear negocios que no solo den ganancias, sino que también cuiden al planeta.

Son los llamados emprendedores sustentables, hombres y mujeres que, con creatividad, ingenio y perseverancia, encontraron en la sustentabilidad no un obstáculo, sino una oportunidad.

La semilla de un cambio

Hasta hace algunos años, hablar de “negocios verdes” en nuestro país parecía una extravagancia reservada a unos pocos idealistas. Hoy, la realidad cambió. Los consumidores —sobre todo los más jóvenes— miran con lupa el origen de los productos, cómo se fabrican, qué materiales utilizan y qué impacto dejan en la comunidad.

“Ya no alcanza con tener un buen producto. La gente quiere saber qué historia hay detrás”, comenta Mariana López, consultora especializada en empresas de impacto social. “Y esa presión obliga a repensar todo el modelo de negocio”.

Historias que inspiran

En Buenos Aires, un grupo de veinteañeros recoge residuos plásticos de cooperativas de cartoneros y los transforma en bancos para plazas públicas. En Córdoba, una pareja produce cosméticos naturales a base de hierbas nativas, con envases compostables y una red de distribución que privilegia la venta directa. En Mendoza, un ingeniero agrónomo lidera un proyecto de viñedos que reutiliza el agua de riego mediante sistemas de captación de lluvia.

Las historias se multiplican y tienen un denominador común: la creatividad puesta al servicio de un modelo económico distinto.

De la moda a la cosmética, de la construcción al turismo

El fenómeno abarca rubros muy diversos. La moda circular pisa fuerte con marcas que reciclan textiles y dan segunda vida a prendas descartadas. La construcción ecoeficiente empieza a ganar terreno con viviendas modulares hechas con materiales reciclados y sistemas de ahorro energético.

En paralelo, la cosmética natural conquista nichos cada vez más amplios: jabones, cremas y maquillajes elaborados sin químicos agresivos, libres de crueldad animal y con envases biodegradables. Y el turismo regenerativo, que propone viajar cuidando el ambiente y beneficiando a comunidades locales, se expande en destinos como la Patagonia y el Litoral.

Cada sector abre ventanas de oportunidad y, a la vez, impone desafíos enormes para quienes se animan a innovar.

Un camino con obstáculos

El entusiasmo no alcanza para tapar las dificultades. La inestabilidad económica, la falta de crédito accesible y la burocracia siguen siendo muros altos para los emprendedores sustentables.

“Traer insumos ecológicos muchas veces cuesta el doble que los convencionales, y aun así decidimos hacerlo porque es parte de nuestra identidad”, cuenta Sol, fundadora de una marca de cosmética natural en La Plata.

Pese a todo, las redes de apoyo comienzan a expandirse. Incubadoras universitarias, ONGs y concursos de innovación ofrecen mentorías y microfinanciamiento. Incluso fondos internacionales empiezan a mirar hacia la Argentina con interés, en busca de proyectos que combinen impacto social y ambiental.

Una generación que piensa distinto

Quizás lo más llamativo sea el protagonismo de los jóvenes. En universidades, coworkings y ferias locales, aparecen proyectos liderados por emprendedores de menos de 30 años que entienden al negocio no como un fin, sino como un medio.

“Queríamos emprender, pero no tenía sentido hacerlo si no aportábamos algo bueno al mundo”, dice Joaquín, uno de los fundadores de una startup que fabrica mobiliario urbano a partir de residuos plásticos.

Para ellos, el concepto de éxito está ligado a la coherencia entre lo que hacen y lo que creen.

El futuro que se está escribiendo

El boom de los emprendedores sustentables en la Argentina habla de algo más que de negocios: refleja un cambio cultural. Un movimiento que no se conforma con sobrevivir en un país complejo, sino que busca dejar huella positiva.

Las ferias de emprendedores, las plataformas de e-commerce y hasta las vidrieras de los grandes shoppings ya reservan espacios para las marcas que prometen un consumo más consciente. Y aunque queda mucho camino por recorrer, todo indica que la sustentabilidad dejó de ser una opción y se convirtió en un horizonte inevitable.

En palabras de una emprendedora mendocina que recicla botellas de vidrio para fabricar vajilla artesanal: “Hacer negocios no es incompatible con cuidar el planeta. Al contrario: es la única manera de que haya un futuro para todos.”