Inch Bakery: “Si es rico no engorda”

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Ingrid Churba tiene 23 años y es la creadora de Inch Bakery. El nombre INCH viene de las dos primeras letras de su nombre y su apellido. Inch empezó en el 2014 como un hobbie y hoy en día puede darse el lujo de poder vivir de lo que ama hacer.

Ingrid empezó a estudiar cocina en el IAG cuando todavía estaba en el colegio. “Estaba en el último año de la secundaria y con 16 años mi mamá tuvo que ir a firmar para poder inscribirme porque era menor de edad. Hice la carrera de pastelería profesional y me recibí a los 17, el mismo año que termine el colegio”. Arrancó más que nada como un hobbie y después de que varias amigas le pidieran tortas decidió empezar a venderlas. “Capaz yo llevaba una torta a lo de una amiga o venían a mi casa a tomar el té y todos me decían que tenía que vender las cosas que hacía”, cuenta la emprendedora.

“Para mi emprender es lo máximo, es la libertad de poder hacer lo que querés, de la forma que querés. Con lo malo de que también si no lo haces vos, no lo hace nadie. Hay que estar encima”.

 

Ingrid cuenta como diferencial de su marca su prolijidad más que nada. “Soy muy pesada con que todo esté perfecto, aunque la perfección no existe, pero la busco todos los días”. También, que el cliente se siente cómodo cuando habla con ella, cuando le pide que lo asesore con algo. “Puede ser un regalo para una amiga, o un desayuno, o un té para todas las amigas o para el novio o la novia. Yo me super involucro porque cada pedido que hago, lo hago como si fuese para mí. Si tengo que hacer una merienda para 20 personas la hago como si fuese que vienen mis amigas a mi casa. Los disfruto como si fuese que yo estuviese participando del evento y lo hago con todo el amor, le pongo todo de mí. Y eso me parece que se nota en el resultado porque me lo agradecen siempre”.

 También destaca que para todos los años en los que estuvo con este proyecto, no tuvo muchas dificultades. “Las que se me presentaron fueron como por ejemplo equivocarme con un pedido o se me cayó un pedido una vez. También, una vez una chica me pidió una chocotorta y nose porque yo tenía en la mente que quería de oreo y baje y la chica me dijo que era la torta equivocada y yo me quería morir. Entonces fui más tarde a la casa y le lleve un montón de vasitos de lo otro”

“Por suerte no me paso nada grave, pero me parece que una de las dificultades que yo encontré, es que cuando uno emprende, realmente todo depende de vos, que está bárbaro porque no le rendís cuentas a nadie y haces todo como querés, cuando quieres. Pero también por el otro lado, hay que hacerlo. Hay que ocuparse, hay que hablar con el proveedor, con el cliente, el proveedor de las cajas, armar las cajas, entregar lindo, hay que tener buena cara para hablar con el cliente, sin importar el día que estés teniendo. Entonces hay que estar en muchos temas todo el tiempo, que sino lo haces vos no se hace solo”.

El mayor logro de Ingrid con su emprendimiento es poder vivir de la cocina. “En cuarentena la verdad que explotó todo. Hasta este año no podía vivir de esto, lo hacía por placer y me ganaba algo pero no para poder vivir y ahora sí y eso es un gran logro”.

“Algo que no me esperaba era conocer a tanta gente tan buena onda ahora tengo relación hasta te diría de amistad con un montón de clientes”, conoció gente increíble y se le presentaron ofertas laborales con marcas espectaculares. “La verdad es que yo nunca me hubiese imaginado, por ejemplo, trabajar con Karinat la marca de frutos rojos, que para mi es lo más. Haber podido ir a la tele también. Fui creciendo un montón dentro de lo que es laburar sola”.

Un consejo para alguien que quiera arrancar a emprender

“Que lo hagan. Que lo planeen lo más que puedan, pero que sepan que nunca sale como uno lo arma. Para mi es importante mandarse y hacerlo por más de que todo el mundo te diga que no. A mi mis papás me decían que no, que no haga esto, que por qué no hacía otra cosa y yo siempre ame la cocina y me mande igual contra corriente. Te das cuenta después que la gente está contenta cuando ve que te va bien, pero el proceso al principio es duro a veces. Yo hasta que me pude mantener de INCH paso un montón de tiempo pero, cuando uno sabe que quiere hacer eso es bancarse el proceso. Los tiempos en donde hay poco trabajo o no se les ocurren ideas nuevas, es como rebuscarse todo el tiempo pero si o si probar, mandarse, compartirlo con gente, que el otro pruebe nuestro producto o nuestro servicio. Por ahí al principio lo hacemos como hobby para divertirnos pero para mi si o si es tirarse a la pileta”