Herencia emprendedora

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Muchos emprendimientos argentinos no nacen de una idea nueva, sino de una historia compartida. Son marcas que se construyen sobre saberes transmitidos entre generaciones, donde el oficio familiar se transforma en identidad, propósito y proyecto.


El oficio como semilla

En Argentina, los oficios tienen cuerpo, memoria y apellido. Carpintería, panadería, herrería, costura, cerámica, tejido, gastronomía: cada uno guarda técnicas, gestos y valores que se aprenden en casa, muchas veces sin que nadie los nombre como “formación”. Emprender desde ese legado no es repetir lo que se hacía, sino reinterpretarlo en clave contemporánea.

La transmisión intergeneracional no siempre es lineal. A veces el saber queda dormido durante años, hasta que una nieta lo despierta. O se transforma por completo: el taller de costura se convierte en una marca de diseño textil, la panadería en una tienda gourmet, la herrería en una línea de mobiliario industrial.


Maderas Plottier: tres generaciones y una misma madera

Fundada en 1980 por Don José, un carpintero de Plottier, Neuquén, Maderas Plottier comenzó como un taller de fabricación de aberturas. Hoy, bajo la dirección de su hijo y su nieto, se ha convertido en una empresa regional que combina técnicas tradicionales con diseño contemporáneo. “Mi abuelo me enseñó a respetar la madera. Mi papá me enseñó a respetar al cliente. Yo quiero que la marca respete el futuro”, dijo su actual director en una entrevista con Cadena 3.

La empresa mantiene el uso de maderas locales, capacita jóvenes en carpintería y trabaja con arquitectos que valoran el trabajo artesanal. El legado no es solo técnico: es cultural.


Panadería La Pompeya: historia, harina y redes

En el barrio porteño de Pompeya, Panadería La Pompeya lleva más de 70 años funcionando. Fundada por inmigrantes gallegos, hoy es dirigida por la tercera generación. Sus nietos decidieron digitalizar el negocio, ofreciendo delivery y redes sociales. “No queríamos que la historia se pierda. Pero tampoco podíamos quedarnos en el siglo pasado”, contaron en una nota de Forbes Argentina.

La marca conserva recetas originales, como el pan gallego y la rosca de Pascua, pero suma productos veganos y sin TACC. La tradición convive con la innovación, sin perder sabor.


Hilados Luján: tejer identidad

En Luján, provincia de Buenos Aires, Hilados Luján nació como un emprendimiento de tejido artesanal impulsado por una madre y su hija. Hoy, la nieta de la fundadora lidera la marca, que exporta productos a Europa y emplea a más de 20 mujeres de la zona. “Mi abuela tejía para vestir a sus hijos. Yo tejo para vestir una identidad”, dijo en una entrevista radial.

La empresa trabaja con fibras naturales, tintes ecológicos y diseños que recuperan motivos tradicionales. También ofrece talleres de tejido como espacio de encuentro y formación.


Lo heredado como diferencial

Emprender desde un oficio familiar no es solo una forma de continuar algo. Es una oportunidad para construir una marca con historia, coherencia y sentido. Los saberes heredados aportan:

  • Calidad técnica: años de experiencia acumulada, aunque no formalizada.
  • Narrativa potente: una historia que conecta emocionalmente con el cliente.
  • Redes de confianza: vínculos familiares, vecinales y comunitarios que sostienen el proyecto.
  • Estética propia: estilos visuales, materiales y lenguajes que no siguen modas, sino memorias.


Desafíos de emprender en familia

Aunque el legado puede ser fértil, también implica desafíos:

  • Negociar roles: ¿quién decide? ¿quién innova? ¿quién conserva?
  • Separar lo afectivo de lo operativo: trabajar con seres queridos exige cuidar los vínculos.
  • Actualizar sin romper: encontrar el equilibrio entre tradición y renovación.
  • Formalizar lo informal: muchos oficios familiares operan sin estructura legal, lo que dificulta el crecimiento.

Estos desafíos no son obstáculos, sino parte del proceso. Requieren diálogo, escucha y una mirada compartida sobre el futuro.


¿Qué impulsa a continuar?

No todos los hijos quieren seguir el oficio de sus padres. Pero quienes lo hacen suelen compartir ciertos motores:

  • Admiración: por el saber, el esfuerzo y la historia familiar.
  • Deseo de continuidad: de sostener algo que funcionó, que dio sentido.
  • Identificación: con el estilo de trabajo, el producto o el vínculo con la comunidad.
  • Potencial creativo: la posibilidad de transformar lo heredado en algo nuevo.


Emprender desde el legado es sembrar futuro

En un mundo que celebra lo disruptivo, estas marcas recuerdan que lo heredado también puede ser vanguardia. Que los oficios tienen historia, pero también tienen porvenir. Y que emprender con lo que se hereda es una forma de decir: “esto vale, esto sigue, esto crece”.

No se trata de mirar atrás con nostalgia, sino de mirar adelante con raíces. Porque cuando el emprendimiento nace de un saber compartido, no solo se construye una marca: se honra una historia.