El Contador
Emprender en Argentina implica más que pasión y una buena idea: conlleva navegar un entramado fiscal y legal en constante mutación. Monotributo, IVA, Ganancias, Ingresos Brutos y retenciones varias se suceden con plazos ajustados y sanciones severas. Frente a este escenario, la figura del Contador emerge como un socio estratégico capaz de transformar la complejidad en claridad y oportunidades.
Seguridad y cumplimiento: blindaje ante sanciones
Un error en la presentación de una declaración jurada puede derivar en multas, embargo de cuentas o, en el peor de los casos, clausuras preventivas. El conocimiento puntual de vencimientos, de alícuotas y de las novedades normativas es la principal fortaleza de un profesional contable. Más allá de liquidar impuestos, su tarea previene contingencias, reconstruye historiales tributarios y asegura que cada trámite se presente dentro de los márgenes formales requeridos.
Ahorro real versus costo de honorarios
Contratar un Contador representa un gasto fijo o variable, según la modalidad de trabajo: algunos cobran por tiempo dedicado, otros por paquete de servicios mensuales. Sin embargo, al comparar ese desembolso con los recursos que un emprendedor invierte en capacitación autónoma, correcciones de errores fiscales o intereses por pagos fuera de término, la balanza se inclina a favor de la tercerización. Un profesional no solo realiza el cálculo: busca deducciones, gestiona reintegros y evita la pérdida de beneficios, logrando en muchos casos un ahorro que supera ampliamente el costo de sus honorarios.
Planeamiento estratégico y proyecciones financieras
Más allá de la rutina mensual, un Contador acompaña en la elaboración de presupuestos, en la simulación de diferentes escenarios de venta y en la estimación del punto de equilibrio. Esa previsión cobra relevancia cuando la inflación anual supera el 80 % o el valor del dólar marca nuevos récords: saber anticipar la evolución de costos y precios es un activo que protege márgenes de ganancia. Asimismo, al diseñar el esquema societario más adecuado —ya sea una SRL, una SA o un monotributista con empleados—, se optimizan cargas impositivas desde el primer día.
Acceso a financiamiento y negociación de plazos
Bancos y organismos de crédito suelen evaluar la solidez de un proyecto a través de sus estados contables. Allí, un balance bien presentado y un flujo de fondos coherente facilitan la obtención de préstamos con tasas más convenientes y plazos extendidos. El Contador, además, maneja en detalle las condiciones de cada línea de crédito o subsidio oficial, asesora sobre garantías y construye ante las entidades un historial confiable que acelera la aprobación de montos para la apertura de locales, la compra de equipamiento o la incorporación de personal.
Riesgos de la dependencia excesiva
Entregar la gestión financiera en manos de un solo profesional sin contar con revisiones periódicas expone al emprendedor a posibles errores de interpretación, desfasajes en los registros y, en casos extremos, a irregularidades que surgen por desactualización. Para evitarlo, conviene acordar reportes mensuales claros y mantener un canal de consulta continua. La transparencia en la documentación y la discusión conjunta de resultados aseguran que la relación profesional no se vuelva unilateral.
El costo de la comunicación y la necesidad de involucramiento
Aunque el Contador descomprima al emprendedor de tareas operativas, su función requiere el aporte de información confiable: facturas, recibos, contratos y comprobantes. Esa carga administrativa interna—recolectar y clasificar comprobantes—implica tiempo y disciplina. Quien delega debe asignar un responsable para centralizar los documentos y garantizar datos actualizados, de lo contrario el costo de la contabilidad se incrementa por rectificaciones y llamados de atención.
Casos ilustrativos: cuándo marca la diferencia
Un taller mecánico que pasó a ser sociedad limitada logró refinanciar deudas a largo plazo tras presentar un plan de negocio y estados contables auditados por un profesional. Gracias a ello, redujo su tasa de interés del 65 % al 45 % anual y extendió los plazos de pago de proveedores. En cambio, un comercio minorista que intentó manejar sus impuestos por cuenta propia terminó embargado por no pagar a tiempo un anticipo de Ganancias, lo que afectó su flujo de caja durante meses y casi obliga al cierre.
Conclusión: ¿inversión o gasto?
El aporte de un Contador no se agota en el cumplimiento de obligaciones: trasciende a la planificación, al control de gestión y al acceso a herramientas financieras. Si bien representa un desembolso fijo y demanda coordinación interna, los beneficios en ahorro de multas, en optimización impositiva y en fortalecimiento de la imagen ante entidades crediticias convierten sus honorarios en una inversión estratégica. Para el emprendedor argentino, contar con un Contador puede marcar la diferencia entre un proyecto que sobrevive a la volatilidad y otro que languidece en la incertidumbre.